La Gata Sobre el Tejado
de Zinc
≪
Los ojos azul transparente de Paul Newman, y la perturbadora presencia
escultural y felina de Elisabeth Taylor (…), compusieron una pareja protagónica
de asombrosa fuerza interpretativa. (…) No abundan las estrellas que lucen
tanto en sus papeles como el dúo Newman-Taylor (quienes) hicieron resplandecer
a los imperecederos Brick y Maggie en el día más asfixiante de sus vidas ≫
@Vivoleyendo
(Filmaffinity)
Un
solo día basta para establecer un antes y un después en la historia. Podemos
hablar de historias generales, universales, mundialmente conocidas por todos en
la que cualquiera podría determinar y nombrar ese día sin lugar a dudas. “La Gata Sobre el Tejado de Zinc” relata
uno de esos días. Un día en el que
todo cambió.
El
terrateniente Big Daddy celebra su cumpleaños rodeado de su intento de familia
perfecta, mientras Mississippi se abrasa al situarse, si querer, en el ojo del
huracán; un huracán cargado de infelicidad, hipocresía y engaños que está a
punto de arrasar con todo. Nunca es bueno sacar temas de herencias durante las
comidas, pero cuando los interesados en ellas desconocen buena parte de los
trapos sucios que se ocultan tras el telón de fondo, el drama se convierte en tragedia.
El
relato retrata con extrema precisión el clima mórbido e insalubre del Sur de
los Estados Unidos, recreado elegantemente por Tennessee Williams en sus obras
de teatro. Adaptación realizada por Richard Brooks de la obra “Cat on a Hot Tin
Roof”. Producida por Lawrence Weingarden para la Metro Goldwyn Mayer, se rodó
–tal y como solía ser habitual en la época– íntegramente en los estudios de la
misma, con un presupuesto aproximado de tres millones de dólares.
La
obra llegó al cine con la fama ya consagrada entre el público. Tennessee
Williams había sido premiado con el Pulitzer de teatro de 1955, tras haberlo
conseguido previamente con “Un Tranvía
Llamado Deseo”, otro gran éxito.
“La Gata Sobre el Tejado de Zinc” se
estrenó en Broadway bajo la dirección de Elia Kazan, con Barbara Bel Geddes y
Ben Gazzara en los papeles protagónicos y destacando la participación de Burl Ives
como el patriarca, quién repetiría en la versión cinematográfica. Una obra que
se alzó con los premios más importantes del año, sin embargo, Williams, un
dramaturgo ciertamente necesitado de la opresión en el ambiente escénico y las
mentalidades atormentadas, no quedó totalmente satisfecho con los resultados
narrativos debido la censura obligada.
A
lo largo de la historia se destapan temas y complejos de distintas índoles sociales,
actuando sobre el espectador a modo de sesión terapéutica. Tennessee se erige
como un desfragmentador de agonías, protagonista oculto de este argumento
psicológico conducido por personajes aprisionados en el fracaso existencial.
Un
Williams alcohólico, adicto a los calmantes y a las drogas, posiblemente se
inspiró en sus propias experiencias para retratar a Brick. Dicen que la mejor
escritura emerge de aquello que mejor conocemos y quizá sea así, pero lo
complicado de estas experiencias inspiratorias es lograr llegar a encontrar en
ellas la luz de la verdad; pues cuando la verdad se asoma, por lo general llega
acompañada de lágrimas y desilusión. Así era el caso. Un pasado cargado de
decepciones afectivas en el ámbito familiar, un padre agresivo o el dolor de
ver como aquellos a los que quieres se marchitan… Hay familias que viven en un
estado de constante infelicidad –en ocasiones incluso autoocasionada–, unidos
tan sólo por las farsas que ellos mismos han construido.
De
esta forma se logra reunir antes las cámaras a una actriz consagrada -musa del
momento- y transmisora de fuerza y valentía, un protagonista novel que esconde
tras sus tristes ojos azules la fragilidad de aquellos que no son capaces de
enfrontarse a su mundo, y a un actor veterano que reinterpreta con dureza y
maestría el papel que ya había creado sobre las tablas. Newman y Taylor
consiguen sendas nominaciones a los Oscar.
La
acción ajustada a una puesta en escena reducida –en tanto a espacios– pero
brillante y sólida –desde el punto de vista técnico-artístico– se desarrolla en
tres únicas ubicaciones interiores: el salón (espacio de reuniones familiares),
el almacén (ambiente propicio para las confesiones secretas) y el dormitorio
(escondite del desamor reinante). En el exterior, la lluvia y el viento luchan
en el jardín avivados por la marcha de truenos. Una atmósfera densa adaptada
–sin ocultamientos– del teatro al cine, pero en esta ocasión encauzada por
elegantes movimientos de cámara y una espléndida fotografía. En los diálogos y
las miradas todo el peso de la acción.
Los
segundos pasan, la tensión aumenta, se manifiesta el clímax y con el último
aliento se llega al despertar final. Un final seguido de puntos suspensivos.
Nunca es tarde…
Andrea
Carleos, Enero 2013