"Es
una vergüenza salir por televisión, pero mi familia quiere comer", dijo,
con su habitual ironía, en la presentación de un capítulo de Alfred Hitchcock Presenta…, la serie que
se convertiría con el paso del tiempo en una de las más prestigiosas series de
televisión, y que contribuiría con su emisión a engrandecer a un medio que
todavía estaba en pañales.
La obra se compone de varias historias
independientes –de unos treinta minutos de duración cada una–, casi
siempre de temática misteriosa o de suspense, repleta de argumentos escabrosos que nos llevarán a
impactantes finales sorpresa.
Hitchcock, aportaba su sentido del humor a las
presentaciones y se encargaba de supervisar la producción, pero tan sólo
dirigió veinte de los casi cuatrocientos capítulos que componen la serie al
completo. Aún así, su mano creativa suele notarse tanto en la elección de las
historias narradas, como en la puesta en escena de las mismas. De su propia cosecha podemos destacar algunas
como "Breakdown", donde un
petrificado Joseph Cotten apunto está de ser enterrado con vida, "Cordero para cenar" donde Barbara
Bel Geddes nos muestra que la mejor manera para esconder el arma de un crimen
–en este caso la pata de un cordero–es sirviéndosela de cena a la policía, o
"Bang! estás muerto", en la
cual un niño armado con una pistola está apunto de provocar una tragedia...
Con la llegada del telefilme, hay algunos
cineastas que se quejan de que esa nueva forma de presentar historias no es más
que la captación de los sonidos de la radio añadiéndoles imágenes. Antes –refiriéndonos
al cine– era el lenguaje de la imagen el que conquistaba el mundo de los
sonidos, pero en estos momentos lamentan que sea la radio la que se haga con el
mundo de las imágenes.
En cierta manera, estos cineastas
“anti-telefilmes”, tienen razón, el mundo de la radio se apodera del mundo de
las imágenes, pero eso no es debido, en primer grado, al planteamiento de
creación sino al sistema de compra y concesiones marcado en la época. Es decir,
son los mandatarios de las grandes empresas radiofónicas los que se hacen con
el poder de las primeras concesiones televisivas –las mayors cinematográficas
intentaron hacerse con ellas pero no fueron capaces–, por lo que la
construcción de las historias nacerán de una forma u otra como si para la radio
se trataran pero con el condicionante de que en esta ocasión deben contar con
la existencia de una banda de imagen.
Las organizaciones textuales se van a basar
sobre todo en el peso de lo oral sobre lo audiovisual. Lo que determina a la
televisión de los primeros años, no son tanto sus características físicas, sino
el lugar que, entre ellas, ocupa el sonido. Su planteamiento fue conseguir
popularidad y que las vidas de los espectadores estuvieran determinadas por su
posicionamiento físico y, sobre todo, ideológico. La radio es de esta forma la
base de la televisión, entendiéndola por lo tanto, como una prolongación del
mundo radiofónico.
El cine, pese a que la desprestigiaba, sabía
que era un oponente duro de roer, por lo que intentaba por todas las formas,
buscar maneras alternativas de luchar. A finales de los años 40 no se sabía muy
bien que hacer contra ella, por lo que en principio se comienzan a retransmitir
partidos de fútbol americano en las salas del cine, con el fin de que los
espectadores elijan la gran pantalla a la pequeña y acudan al cine a ver los
partidos. Con respecto a la emisión de películas por la televisión –antes de
los tratados entre las empresas hollywoodienses y las de las televisiones–, toda
la programación y sponsorización están determinados por la rivalidad entre el cine
y la televisión.
En la televisión tenemos la misma
programación que en la radio –atendiendo a los géneros que se programan–,
convirtiéndose ésta en una radio a la que se le da la tecnología que le
faltaba, pero no en un pequeño cine –según los cineastas–. Esto determina lo
que se vino en llamar la transmisión oral de la programación televisiva. La
televisión se convierte en una especie de voyeurismo oral, en la que se pueden
ver las películas –o series– con los ojos cerrados como si de una radio se
tratara. Es curioso pues, que en una película en lo que todo está creado a
partir de lo que ve el personaje ahora tiene que estar sustentada en la voz.
Las series que se crean para la televisión
ya existían antes en la radio, lo que sucede es que se hizo un traslado de
medio, por lo que la cámara se movería por el set mostrándonos lo que antes se
nos narraba desde un estudio de radio.
La cámara se desvanece, mostrando la caricatura del conocido
perfil de Hitchcock. Suena el tema musical de la serie, Marcha Fúnebre de
una marioneta de Charles Gounod, y Hitchcock aparece por la parte derecha de la pantalla. Camina
hacia centro eclipsando a la caricatura y, generalmente, se presenta con un "Buenas noches". Debido
a esto, en este caso, tenemos que atender, entre otras cosas, la relación que
se crea entre el espectador y el presentador. Con Hitchcock Presenta... el espectador puede ver al creador de la obra
presentándosela, aclarándole aquellas cosas que no queden del todo claro o
simplemente escucharlo hablar acerca de lo que vamos o hemos visto a través de
la pequeña pantalla.
Aunque Hitchcock seguía las pautas del cine,
preveía la relevancia que tendría televisión y por ello, comienza a planificar sus
obras televisivas como tal, pero llevándolo al máximo. Por ejemplo, si lo que
está narrando es la escena de un moribundo que está siendo robado, lo que hace
es adecuar el plano a la televisión –empleando el primer plano– y luego lo mantiene
fijo mientras el narrador nos cuenta lo que se está produciendo. Es decir, crea
sus obras para televisión, pero al mismo tiempo la critica al emplear una
técnica que se va al máximo de lo que puede ser transmitido, tendiendo más cara
la técnica radiofónica que a la del cine.
La claustrofobia de la pequeña pantalla se transforma
con Hitchcock en claustrofilia y la imagen se convierte en tema. Breakdown supone el contrapunto de la
pulsión escópica, para trasformarse en un voyeurismo invertido, un voyeurismo
oral. Todo lo que sabemos lo sabemos a través de la banda sonora. Se muestra a la
muerte dándole toda la importancia –al año siguiente de Rear Window–, buscando
la mostración de lo real acercándose al cadáver. Normalmente en los inicios
Hitchcockrianos se mostraba un muerto, algo que no solía hacerse en el cine
dada la brutalidad de la escena.
Cuando a Hitchcock se le llama para
presentar esta serie en televisión lo que se pretendía era hacer más
cinematográfico este medio. El cine intentaba evadirse del cine anterior, pero en
la televisión lo que se buscada era mostrar cine; que Hitchcock empleara sus planos
e imágenes más cinematográficas. Pero la idea del maestro era un poco distinta.
Él sustituye el ojo observador por la voz articuladora del relato a través del
monólogo interior, para luego multiplicar al máximo los recursos del nuevo
medio, llevándolo todo al límite.
*Andrea Carleos, Enero 2011
*Andrea Carleos, Enero 2011
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