Mostrando entradas con la etiqueta director cine. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta director cine. Mostrar todas las entradas

domingo, 30 de septiembre de 2012

La (Nueva) Ola de Godard

Resulta sencillo afirmar que los integrantes de la nueva ola francesa revolucionaron los conceptos asentados sobre el lenguaje cinematográfico. A diferencia de la mayoría de los clásicos que inventaron formas de expresión sobre la marcha –de forma más intuitiva que racionalizada–, los representantes de la Novelle Vague, con Jean-Luc Godard y Jacques Rivette a la cabeza, se asentaron como los iniciadores de la reflexión acerca del medio en el que estaban trabajando. No despreciaron para nada las enseñanzas de estos directores clásicos y tras la depuración que ellos mismo le hicieron al cine más academicista a través de sus escritos en Cahiers du Cinéma, eligieron como distintivo a una serie de cineastas –americanos y europeos–  tales como Howard Hawks, Nicholas Ray, Robert Bresson, Jean Renoir o Jacques Tati; para establecer sus teorías sobre la gramática cinematográfica y su impostergable revisión renovadora.

Reflexionaron hondamente acerca de las renovaciones artísticas  y los mecanismos de la industria cinematográfica. Con ellos llegó un brote de esperanza artística, visual y narrativa –hubo otras narrativas en las que a esto se lo acompañó de una serie de componentes más sociales y politizados– que, como un sólido movimiento, no duró mucho más de un lustro. Aunque fue el tiempo suficiente para que algunos de los cineastas cuajaran, otros se perdieran por los caminos más comerciales y otros, quizá los más, se introdujeran por senderos expresivos más radicales.

Títulos como Al Final de la Escapada (1959), El Soldadito (1960), Una Mujer Es una Mujer (1961), Vivir su Vida (1962), Los Carabineros (1963), El Desprecio (1963), Una Mujer Casada (1964), Lemmy Caution contra Alphaville (1965), Pierrot el Loco (1965), Made in USA (1966), Dos o Tres Cosas que Yo Sé de Ella (1966) o, ya en plena fiebre del 68, La Chinoise (1967), Weekend  (1967), One Plus One/Symphathy for the Devil (1968), British Sounds (1969) y Le Vent d´Est (1969), se manifiestan, por sí mismas, como fragmentos de una obra más global –del autor– y como piezas de una corriente plural –la Nouvelle Vague–.

Cuando aparece Cahiers  du Cinéma, el cine hollywoodiense –referente por antonomasia de los creadores de la revista– sufre importantes remodelaciones: explota la vertiente más fantasiosa del género musical, se crean más westerns psicológicos, triunfa el melodrama, el cine negro se posiciona más todavía desde el punto de vista social, el cine de aventuras vive momentos de colorismo, la comedia enseña; gracias a Hawks o Tashlin, sus armas más corrosivas. Al otro lado del charco, el cine en Francia se acartona cada vez más y más rápidamente. No se busca la reflexión de lo que se está contando o de cómo se está haciendo, sino seguir el camino establecido por los académicos de la narrativa, a un abundante grupo de referentes literarios y a un sin fin de estrellas. Ophüsls ha regresado al país galo luego de su período hollywoodiense, pero es uno –junto con Melville, Becker, Bresson, Tati, Cocteau o Renoir– de los pocos, que se posicionan ante la búsqueda del cambio y la descorsetación.

La espoleta estaba activada, con lo que Francia no tardó en vivir una de las épocas cinematográfica más brillantes e innovadoras. El año mágico es 1959, con el que se presentan los largometrajes de los cahieristas. La situación política y cultural es la ideal y con ella llega el gusto de la sociedad por encontrarse con productos distintos a los que han venido marcando la industria de posguerra. Luego de una serie de ayudas por parte del Ministerio de Cultura y demás iniciativas culturales, la Nouvelle Vague –término acuñado por Giroud en L´Éxpress– se convierte en realidad.

Uno de los pocos del grupo que supo conciliar prácticamente todos los estadios fue Godard, el más reflexivo y radical teórico del movimiento que, como crítico habitual de la revista Cahiers du Cinéma, ya había demostrado con creces sus ansias iconoclastas de incordiar, provocar, crear un mundo nuevo de expectativas y desenvolver un lenguaje propio. Sus variopintos modelos podían ser el cine norteamericano de género, el colonialismo cultural, el melodrama literario, la reflexión sobre el universo o la existencia de un lenguaje audiovisual concreto y reconocido; hasta que con el estallido del mayo francés se produjo una veloz radicalización ideológica de su obra –adscrita durante bastante tiempo al cine militante–.

En los años 50 –época en la que escribe en Cahiers– realiza algunos documentales, previos a su primer largo, en los que ya demuestra la importancia que va a tener la voz en general. Los personajes dejan de actuar para contestar cosas –de las que desconocemos exactamente la pregunta–; estando muy generalizado el uso del monólogo interior. Hay una preocupación por reflexionar y preguntarse cosas, incluso para preguntarse cosas sobre el propio lenguaje. La cultura –símbolos y lenguaje– es la manera que tiene el hombre para enfrentarse y dar sentido al mundo en el que vive, por lo que, en la película los personajes se preguntan continuamente ¿Qué hacer? ¿Qué decir? ¿Cómo decirlo? Incluso se repiten cosas para reflexionar sobre ellas.

Cuando Godard monta un cortometraje de Truffaut, Histoire d´Eau, le da una vuelta y lo presenta como un monólogo de la protagonista que no para de hablar. Vemos como juega con el sonido y la imagen. Incluso en una ocasión ella dice “abramos paréntesis” y se abre la puerta de un coche, para cerrarla cuando ella clausura el paréntesis.   Las palabras las descompone en distintas fases.

En comparativa, Eisenstein a veces parece que quiere abstraerse, borrar el sentido de la fotografía para dar una significación, eliminando el hecho de que está siendo captada por una maquinaria. Con Godard esto no sucede así exactamente. Dos o Tres Cosas que Yo Sé de Ella, parece un documental con anotaciones que  nos van anclando lo que se nos muestra, en unos planteamientos en los que siempre se desea decir algo que al final no queda completamente explicado, o con los que se nos sugieren cosas que se nos acaban escapando.

Godard trabaja por brochazos de impresión. Lo importante no es la forma –el mecanismo de creación– sino el resultado. Lo que no se puede negar, es que los términos fungible o volátil son bastante acertados para definir su carácter creativo. Parece como si en cada momento decidiera hacer lo que en ese mismo momento se le viniera a la cabeza –Por Ej. Con la escena de Juliette mirando para un lado o el otro sin que ninguna tenga importancia–. Es un momento en el que el documental reflexivo está en pleno auge y el artista se da cuenta que lo que crea es un discurso, no una vida.


En sus obras, se amalgama improvisación y puesta en escena. Sus películas emplean representaciones documentales, aunque no se busca una representación realista. Es un aire inverosímil-fílmico emparentado con la idea de extrañamiento o distanciamiento de Bertolt Brecht. Esto no significa que desaparezca la ficción, sino que se elabora de otra manera. La idea de un trato no convencional, para que el discurso sea reflexionado y el espectador pueda despertar del largo letargo en el que lo sumergió el cine hollywoodiense.

Los rasgos más destacados de su cine son la brusca ruptura de los planos sin atender a una respuesta concreta, el inserto de rótulos, la intrusión de lecturas de texto o los cortes bruscos del sonido que se entremezclan con lapsos del más puro silencio.

En la secuencia de la cafetería no pasa nada, pero el hombre emplea esos momentos para reflexionar sobre el universo a partir de la espuma de la taza de café.  Se permite una distorsión sin que se haga una ruptura con la protagonista. El itinerario progresa sobre un camino de la desdramatización de lo concreto a lo abstracto. Es un cineasta sobrio y antibarroco –aunque si es un tanto barroco si atendemos a su complejidad–. Su originalidad reside en la manipulación hacia la abstracción. Un antinaturalismo que surge tanto en el relato como en la estructuración de las secuencias, con composiciones que llaman a la atracción, buscando la ruptura de la hipnosis.

Si nos decidiéramos a buscar un antecesor, en referencia al montaje sobre todo, deberíamos fijarnos en la obra de Eisenstein. Imágenes que puestas en común, nos importa menos su contenido que la idea que pueda surgir al ponerlas en contacto. Del mismo modo Godard, crea su historia, aunque la ambición y la intención de Eisenstein son mucho más amplias –también influye la época en la que este lo creó–. Es una comprensión del cine similar al del maestro ruso, un montaje intelectual, sabiendo que a veces el discurso pueda ser arbitrario. Lo que es evidente, es que la película tiene una importante preocupación a nivel sociológico. Se habla de la transformación de la vida y de las cosas que afectan a las personas, se muestran distintas obras, y la sociedad aparece como a punto de sufrir una “mutación”. La protagonista es una prostituta de lujo, no sólo por su clientela, sino por su modus operandi, pero al fin y al cabo, todos están prostituidos por la sociedad de consumo y deben vivir según las leyes que esta le marque.

El propio cineasta declaro que en el cine hay un carácter espectacular –Méliès– y un cine de la investigación –Lumiére–, siendo el un creador de un cine de investigación a través del espectáculo.

En cuanto a los sonidos ligados a la voz humana podríamos diferenciarlos en tres bloques.  Primero tenemos los diálogos entre los personajes. Segundo, la particularísima serie de comentarios del autor, en los que se nos susurra como si estuviese cerca de nosotros. Nos explica de una manera metaficcional los planteamientos con los que el cuenta y lo que quiere buscar, así como los problemas de realización del filme. En la escena del café se produce una reflexión en presente. Convierte esa taza de café en una especie de galaxia para meditar sobre los límites del lenguaje y los límites del mundo. Esto no es más que un “tiempo muerto” llevado al extremo –que es lo que da pie al cineasta para poner en marcha su maquinaria–. Lo que hace Godard es darle la vuelta a la representación, primero la reflexión y luego la narración. El cine debía crearse de la misma forma en la que se piensa. Quizá lo más jugoso es cuando Godard reflexiona sobre el cine. La idea del lenguaje y la cultura es el abc de los cineastas.

Y, por último, la serie de reflexiones de los personajes mientras contestan a las preguntas formuladas por el cineasta. Es una especie de ensayo, no planteado en principio en el guión, con el que se nos hace pensar. Además es destacable que el espectador no oye las preguntas. Esto se plantea desde el mismo principio, para evitar cualquier tipo de dudas. Se refieren incluso al maestro Brecht.

En otras películas anteriores Godard buscaba la creación de personajes duales. Aquí el personaje ya está multiplicado: es la actriz, pero también es la persona. Eso nos hace ser conscientes de que estamos ante un artificio. En algunos momentos recurre al artificio del documental televisivo pero dejando claro que lo que sucede no es verdad.

Es una película rota, con la que se obliga al espectador a reparar ante cualquier mecanismo visual. Godard siempre ha odiado las técnicas de la televisión y negaba que estas nos acercaran al cine. Aún así, su intención en esta ocasión es imitar la utilización del “pinganillo” en televisión, para hacerle las preguntas y obligar a la actriz a presentar desde dentro hacia fuera. En Una Mujer Casada, la voz interna de la película aparece a través de la voz de Godard, pero aquí el procedimiento es distinto. Es el personaje quién mira a cámara, quién se muestra directamente.

Es una ficción que se cree documental, y sin engañar al espectador se comenta por Godard desde fuera con su susurro. En la escena en la que Juliette lleva su coche al garaje del marido le sirve para preguntarse todo tipo de dudas que tiene un cineasta. Hay cambios, variaciones entre los distintos montajes de una misma secuencia. Estamos viendo un cine que se corrige sobre la marcha. La labor de crear y desmenuzar sobre la propia película. Godard de nuevo se muestra como el gran poeta revolucionario posterior a Eisenstein. No es que sea una película revolucionaria porque se nos hable de los cambios de la mujer en Paris, sino porque estamos hablando de la alienación consumista de los franceses; pero lo importante es que él ha visto la necesidad de revolución de los medios de comunicación para romper ese cajón cerrado de las convicciones.

Veinte años después, Godard se dispone a elaborar un largo ensayo de 8 episodios para la televisión. Son los pensamientos de Godard sobre la historia del siglo XX, el cine que no fue capaz de evitar la barbarie. Vemos al propio Godard en plena creación del ensayo, con el sonido de su máquina de escribir de fondo.

Con Historias del Cine,  Godard como narrador nos avisa de que “El hombre siempre piensa con las manos”. Las cosas surgen del contacto del artista con la materia. Muy raramente emplea signos de puntuación clásicos, ya que para ello tendría que fabricar el internegativo y provocaría la pérdida de calidad en el material. Por eso, prefiere el corte directo para sus montajes. La belleza de la imagen no debe ser manipulada y en el sonido, la cuestión es la misma. Los sonidos se suman a la imagen por bandas que luego se mezclan. Salvo la última, todas son magnéticas, por lo que sus mezclas buscan la no deteriorización del material.

La invención de  Godard es convertir en superposición todos los cuadros –para muestra Historias del Cine- , mezclando las fotografías y los textos que el va leyendo.  En definitiva, la técnica produce la estética, pudiendo ver imágenes puras por un lado y –aún siendo la misma época– creaciones superpuestas por el otro. El cine, para Godard, está entendido más como un mecanismo de pensamiento, que como una ficción. Es un ensayo, un documental, una imagen de Chaplin con la voz superpuesta de Buñuel. Historias del Cine son, por lo tanto, un resumen personal de lo sucedido a lo largo del período cinematográfico, pero al mismo tiempo es un discurso desgarrador en el que se nos muestra como el cine no hizo absolutamente nada por evitar el holocausto.

Para el cineasta francés, va a ser muy importante la forma por el contenido. A veces el guión era una simple sinopsis que escapaba de lo que debe ser un guión para los manuales. Sus decisiones creativas se convierten en el estilo y no lo abandona por mucho que la técnica se lo permitiera.




*Andrea Carleos, Enero 2011

domingo, 6 de noviembre de 2011

All About Almodóvar... Express


Pedro Almodóvar Caballero
Calzada de Calatrava, Cidade Real, 24 de Setembro de 1949

Viveu a movida madrileña como escritor, actor teatral e músico, aínda que a súa maior prioridade sempre foi facer cine. Interesado neste medio dende cativo, Almodóvar lanzouse a conseguir o seu soño ós 16 anos, cando se mudo a Madrid coa intención de estudiar e labrarse unha carreira. Durante anos, traballou en diferentes empregos e aforrou o diñeiro suficiente para mercar unha cámara de súper 8 coa que rodou as súas primeiras curtametraxes.

Naqueles tempos, Almodóvar alternaba os seus inicios no cine con outras actividades artísticas: escritor (guións de cómic, colaboracións en xornais e revistas underground, novelas), actor teatral (formou parte do grupo “Los Goliardos”, onde coñeceu a Carmen Maura), músico (creou un grupo de punk-glam-rock xunto a McNamara). Pedro incluso escribiu una fotonovela para a revista El Víbora, que máis tarde lle serviría como base para o seu primeiro largometraxe: Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980). Pese á falla de medios coa que tivo que rodar, o innovador estilo causou sensación e convirteuse nun filme de culto.

Almodóvar semella romper radicalmente coa tradición anterior, nembargantes, o seu cine comparte certas similitudes co dos seus companeiros xeracionais –tamén el centra as súa atención espacial no Madrid urbano, tal e como o fan Trueba ou Colomo–. Ademais, os seus filmes son o resultado da tradición cinematográfica española: reflexo das formas de vida e da estética popular que aparece nas súas comedias constitúe unha posta ó día da tradicción esperpéntica de Berlanga ou Fernando Fernán Gómez. Pedro Almodóvar ten, pois, unha relación clara co cine español, mais, aínda hoxe, cando é un dos autores referentes tanto en España, como internacionalmente, pode resultar un tanto inclasificable.

Movemento/escola. Obra

Vicente Molina Foix considera que o cine de Pedro Almodóvar “no es ni drama, ni telenovela, ni melodrama, sino algo que nace y muere en sí mismo” (1993, p. 110). De feito, este autor inventa un neoloxismo para denominala: “almodrama”.

O seu cine caracterízase por ser unha mestura de elementos reais e irreais, onde a irrealidade debe entenderse como un artificio, e non coma a unha fantasía. Non se trata de que as películas que realiza logo de Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980) convivan coa realidade máis inmediata, aínda que tampouco podemos afirmar que o seu cine supoña a hiperbolización da realidade até convertila nunha fantasía –como sí ocorre na filmografía máis característica de Fellini–. Mais ben, podemos falar da convivencia de elementos, situacións e personaxes realistas con outros artificiosos; e esta mestura de elementos tan diferentes dentro dun mesmo plano narrativo crea no espectador unha conciencia maior do relato da que se presentaría nunha película convencional. Nembargantes, esta característica non impiden que o espectador se implique nas tramas.

De feito, o director chega a conseguir que a acumulación de situacións e personaxes improbables resulte verosímil para o espectador, e que este se identifique co que esta vendo até o punto de non cuestionar a súa “realidade”. Nas películas de Almodóvar semella normal que unha avoa procedente dun pobo manteña a mellor das relacións co seu neto traficante, tal é como ocorre co personaxe de Chus Lampreave en ¿Qué he hecho YO para merecer esto! (1984).

A estética dos seus comezos podería ser definida como un esforzo de innovación a partir do enfoque de universos subxetivos minoritarios, tales como personaxes estravagantes, mulleres emancipadas, homosexuais asumidos ou inmigrantes rurais inadaptados; os cales foron presentados como protagonistas de historias nas que o desexo e as súas incontrolables consecuencias chocaban cos universos maioritarios, iniciando así un diálogo descristalizador e desconxelador. Pódese afirmar, que en termos sociais a inclusión destes contidos foron obxecto de numerosos escándalos, tanto polo seu aspecto publicitario, como polo rechazo que provocaba na sociedade.

A “movida” é o termo que se emprega para denominar as manifestacións artísticas e culturais que se producen en Madrid a finais dos anos 70, e nas que Pedro Almodóvar se integra como un máis; aínda que, paradóxicamente trátase dun termo que tanto o director como o resto de personalidades que se adscriben a el, renegan.

É importante evaluar os rasgos básicos e a evoluvión deste contexto cultural no que Almodóvar comeza a desenvolver as súas actividades. Por unha banda, o cineasta colabora con artistas plásticos integrados na movida, cos que comparte referentes estéticos como o pop. Nembargantes, existe outra coincidencia aínda máis básica entre a sensibilidade característica deste movemento e a concepcion que Almodóvar manifesta nas súas obras: a utilización creativa de motivos propios da cultura popular de consumo masivo por parte de todos estes artistas supón a exaltación da modernidade en España.

Evidentemente, as manifestacións artísticas que se dan en Madrid a finais dos setenta chegan con unha década de retraso en relación co desenvolvemento do pop en Estados Unidos. Mais, hai que considerar a novidade radical que supón esta separación da denominada “alta cultura”. En certo sentido, ese uso distintivo da cultura de masas convértese nun síntoma máis da democratización que está a experimentar a sociedade española.


Temática recorrente. Expresión personalidade. Visión da sociedade/mundo.

A carreira de Pedro Almodóvar presenta unha ruptura formal na súa sétima película, Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988). A partires desta comedia, de certas tinguiduras clásicas, o director entrou na procura da reformulación dos sintagmas da súa condición de autor, reiterativos en ¡Átame! (1990), Tacones lejanos (1991) e Kika (1993), ata chegar a La flor de mi secreto (1995), coa cal se asentaría como un dos grandes construtores do melodrama actual, afianzándose nesa estética xeométrica e colorista que o consagraría como o autor de culto que é hoxe en día. A estilización en aras dunha plástica propia das formas do seu cine, acompañado das partituras de Alberto Iglesias, fixeron de filmes como Carne Trémula (1997), Todo sobre mi madre (1999) ou Hable con ella (2002), tres dos melodramas máis destacables dos derradeiros quince anos.

Aínda que a pose canalla, que acompaña ó autor dende os seus comezos, mantense de forma máis ou menos intacta ó longo do tempo, non é tan marcada senón máis intuitiva;  basta con comparalo por exemplo con John Waters –director das esperpénticas e escatolóxicas Pink Flamingos, 1972, ou Female Trouble, 1974). A obra de Almodóvar evolucionou cara un maior dominio da narrativa cinematográfica e un progresivo refinamento da estética, ó tempo que se mostra constante nunha serie de temas, personaxes e características narrativo-estéticas. As claves almodovarianas están directamente relacionadas coas matices culturais inherentes na súa filmografía, as cales mesturan as referencias á modernidade coa transformación transgresora das representación culturais franquistas.

Guión. Diálogo. Narración/Relato

Antes de chegar á asimilación do neorrealismo en ¿Que he hecho YO para merecer esto! Almodóvar emprende un cambio nas súas formas narrativas a partir de Entre tinieblas. O relato dun microcosmos habitado por monxas redentoras con máis vicios que as súas internas, pese ó caricaturesco dos personaxes, é unha obra ó borde do melodrama. O irrisorio que resultaría de despoxar as emocións de películas como ¡Átame! ou Todo sobre mi madre, sería igual de extremo como desnudar as obras de Doublas Sirk. Senón apunten: En Hable con ella a violación dunha paciente en coma é asumido emocionalmente polo espectador, o cal se posiciona do lado do agresor e non da víctima, debido ó perfecto debuxo contextualizador que imprime.

A importancia do medio televisivo no imaxinario do director é evidente a través de toda a súa filmografía, sobre todo a partir da aparición reiterada de espazos informativos diarios. Pero, máis aló destes rasgos identificativos de carácter externo, a información televisiva que se integra non ten nada que ver coas novas que se difunden a través deste medio. O director, transforma a imaxe e o linguaxe empregados polos presentadores e transgrede a obxetividade propia do descurso dos mesmos. En definitiva, Almodóvar redefine o xénero informatico e cárgao de subxetividade para integralo na mestura, no clima, entre esperpéntico e emotivo, no que viven os personaxes das súas obras.
Pero, ademais, o director emprega outros xéneros televisivos nos que predomina de por sí o elemento melodramático. Xéneros que tenden a ter ás mulleres como espectadoras principais, ó mesmo que emprega ós seus personaxes femininos como eixos das súas historias.

Outra das referencias televisivas presentes é a publicidade. Consciente da importancia que ten para os membros da sociedade de consumo, o director integra anuncios na maiorías dos seus filmes –sobre todo dos dos dez primeiros anos–, tratándoa como unha forma de complicidade co seu público. Na medida na que vaia deixando de lado a súa inicial ética do exceso para ir outorgándolle unha maior presenza ó melodrama, os anuncios deixarán de ser pertinentes e desaparecerán.

Personaxes

Os personaxes de Almodóvar son o reflexo distorsionado en clave esperpéntica de figuras que aparencen nas revistas de crónica social. Nembargantes, e aínda que os elementos destas revistas soen ser adoptados pola iconografía pop, o referente mediático máis característico no cine de Almodóvar é a televisión. As pesonaxes/temas máis características da súa obra son:

ª       O policía: claro símbolo da represión sufrida na dictadura ben dende a caracterización do policía fascista, ignorante e bruto de Pepi, Luci, Bom… ou os caracterizados de maneira similar en ¿Que he hecho YO para merecer esto!, La ley del deseo, Kika ou Carne trémula.
ª       A nai: referente fundamental para o director. O seu tratamento é presentado de distintas formas nas súas sucesivas aportacións cinematográficas. Desta maneira pode aparecer a modo de nai protectora, castradora e represiva ou como unha nai que non desexa ser nai.
ª       A familia –colectividade-: na obra do director manchego aparecen familias que poderían formar parte de películas do período anterior á democracia. A diferencia, é que, nestes filmes, este tipo de familias sempre se rompen de maneira traumática. De feito, as relacións parentais que realmente funcionan son as que se establecen entre personaxes que teñen pouco ou nada en común. Ademais prodúcese unha transformación na atribución de roles ós membros da estructura familiar concreta, incluso, nos actores que representan ós personaxes. Ademais, os heteroxéneos individuos creados por Almodóvar combaten a súa angustia ou soidade asociándose entre eles.
ª       A relixión:  segundo Daniela Arónica, a relixión é unha das claves máis productivas para entender a actitude ambivalente de Almodóvar fronte á tradicción e ás modalidades mediante as que o cineasta emprega os códigos do pasado para  para construir unha nova identidade, propia e nacional (Arónica, 2005, p.28)

En canto ó vestiario, segundo, Sabine Daigeler –diseñadora do vestiario de Todo sobre mi madre e Volver–Almodóvar sabe moi ben que estilo quere no diseño de cada película. Onde, as pautas estéticas características na súa obra teñen moito que ver coa concepción persoal.

Espazo e tempo

Non é certo que o cine de Almodóvar elimine  o pasado inmediato, como tanto se mencionou. Eso si, o director non fai mencións explícitas ós anos do franquismo nas súas obras, exceptuando o caso de Carne Trémula (1997). Nembargantes, un dos eixos da súa filmografía é a crítica ás institucións básicas da dictadura.

No espazo destaca o uso das localizacións andaluzas, en determinadas ocasións metaforizando un espazo idílico, mais na meirande parte a forma de representación é moi similar ó doutras etapas anteriores do cine español. Mentres que, no caso dos espazos urbanos, sobre todo de Madrid, asimílanse dentro da corrente da movida, polo que se representan de tal xeito no que o espectador pode percibir a man creadora do autor.

Estilo e estilema

Almodóvar mantén unha estética moi marcada en case tódalas súas películas, a pesar de que as características dos seus personaxes sexan distintas unhas das outras. Por suposto, os parámetros estéticos propios deste autor foron evolucionando a medida que ían mellorando os medios de produción cos que contaba. E, sobre todo, a súa estética vaise matizando cando os elementos propios do melodrama e a dimensión intimista dos personaxes van gañando máis peso na súa obra. Aínda así, hai unha serie de constantes que se manteñen ó longo de toda a súa cinematografía. Unha mostra diso son os resultados derivados da colaboración de Almodóvar con técnicos profesionais moi distintos, tanto en fotografía, nos decorados ou no vestiario.

A cor, por exemplo, ten unha función dramática básica para Almodóvar. Sería compricado establecer unhas regras fixas que permitan descodificar os códigos empregados, mais o uso das cores primarias soe ser un elemento privilexiado polo manchego na transmisión dos sentimentos dos personaxes e na creación de atmósferas. O vermello resulta especialmente relevante nos momentos de dor e paixón que viven as súas protagonistas femeninas. Ademais o uso da cor nos decorados sérvelle a Almodóvar para definir ós seus personaxes.

Todos estes elementos configuran un ton uniforme, e resultan decisivos para singulizar o cine de Almodóvar. Moito se ten falado da confluencia de referentes estéticos que se acumulan na súa obra, sendo, quizais, o máis analizado o uso dos obxectos cotidiáns e de elementos propios da iconografía da sociedade de consumo que definen o movemento pop. Tamén se evaluou o elemento Kitch –ligado a Warhol e Lichtenstein ou ós artísitcos plásticos españois que colaboraron con el, tales como a fotógrafa Ouka Lele, o pintor Dis Berlin ou o colectivo pictórivo Costus–, ó cal o director define como “la glorificación del mal gusto de lo cotidiano elevado a la categoría de algo artístico”.


Pode parecer que a modernidade predomina na obra de Almodóvar, na que case non hai referencias ó pasado até La flor de mi secreto (1995), e, dende logo, a contemporaneidade está moi presente a través de elementos como os medios de comunicación ou a moda. Nembargantes, a obra deste autor constrúese sobre temáticas que proveñen do cine e da España de antes da democracia. Resulta unha clara mostra diso a familia como eixo narrativo sempre presente, ou as referencias á tradición e á iconografía cultural máis arraigada no imaxinario español.

Linguaxe cinematográfica

Cada un dos referentes integrados na iconografía artística da “movida” faise presente no cine de Almodóvar.  As resonancias do comic pódense ver en escenas como a de Mujeres al borde de un ataque de nervios na que, Lucía (Julieta Serrano) vestida de forma anacrónica e co pelo ó vento, vai ó aeroporto para matar a Iván montada nunha moto. Pero, tamén se poden atopar similitudes coa estética propia do cómic futurista na representación física e psicolóxica que se fai do personaxe de Andrea “Caracortada” (Victoria Abril), presentadora do reality show “Lo peor de la semana” en Kika. Ademais,  as referencias intertextuais relacionadas co cine tamén son frecuentes, sobre todo as relacionadas co cine clásico estadounidense. Nembargantes, nin o cómic nin o cine son referentes que signifiquen de maneira especial na súa obra; sendo os temas da cultura popular máis característicos, os medios de comunicación e a moda, a causa da singularidade que adquire o tratamento das mesmas por parte do realizador.

Fotografía e luminotecnia

Un dos elementos que mellor define as obras almodovarianas é o emprego dunha estética moi persoal: colorista, sofisticada, urbana, popy kitch. Sobre todo, pódese dicir que a labor do director neste eido marca unha clara diferencia coa cinematografía contemporánea.

“Antes de comenzar cualquier película el director de fotografía me pide referencias que sólo suponen un camino a seguir para encontrar tu propio camino. Normalmente yo les hablo de la fotografía de otras películas (suelo citar mucho a Jack Cardiff , pensando especialmente en las películas que hizo con Michael Powell) o de pintores (acudo mucho a Edward Hopper y Zurbarán, además del pop) o le muestro imágenes que encuentro en revistas o libros”

A estética de Almodóvar fundaméntase principalmente no uso da cor. O autor amosa unha clara predilección polas cores saturadas, especialmente as cores puras –primarias e secundarias-: vermellos, verdes, azuis, amarelos e alaranxados. A cor ocupa un papel predominante no encuadre, no que adquire un gran peso visual. Tende a aparecer en grandes áreas, aínda que as telas de intensos estampados e os obxectos de plástico de cores brillantes tamén son habituais.

Este concepto de cor plásmase nos decorados, o vestiario e o atrezzo, mais non se define a partir da iluminación xa que, por regra xeral, soe ser branca e se colorear. A luz é bastante suave, homoxénea e pouco contrastada; sendo frecuente que proveña de múltiples fontes. A maiores, hai que señalar que se trata dun tipo de iluminación contrario ás modas vixentes, máis emparentado coa luz do cine norteamericano clásico.

Banda Sonora

Como influencia ó pop, o kitch e á presenza andalucista, no cine de Almodóvar desenvólvense numerosos musicais como a copla andaluza de “La bien pagá” que sona na voz de Miguel de Molina e é escenificada por Almodóvar e Fabio McNamara na televisión en ¿Que he hecho YO para merecer esto!.



Filmografía. Etapas de su obra

Aínda que os analistas non semellan poñerse dacordo, poderíamos clasificar a obra de Almodóvar en cinco etapas, mais debido á coherencia que ten ó longo da súa filmografía poderíamos falar dunha soa.
ª       Etapa experimental:  Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón y Laberinto de pasiones
ª       Etapa con influencia de Fellini: Entre tinieblas y ¿Qué he hecho yo para merecer esto!
ª       Etapa con influencia de los maestros: Matador, La ley del deseo, Mujeres al borde de un ataque de nervios, ¡Átame! y Tacones lejanos
ª       Etapa autobiográfica: Todo sobre mi madre y Volver.
ª       Etapa noir: La mala educación, Los abrazos rotos 
 
Filmografía por anos:
ª       Los abrazos rotos 2009, Director, Guionista
ª       Volver 2006, Director, Guionista
ª       La mala educación 2004, Director ,Guionista
ª       Hable con ella 2002, Director
ª       Todo sobre mi madre 1999, Director, Guionista
ª       Tatuaje 1999, Actor
ª       Carne trémula 1997, Director, Guionista
ª       La flor de mi secreto 1995, Director
ª       Kika 1993, Director, Guionista
ª       Tacones lejanos 1991, Director, Guionista
ª       ¡Átame! 1989, Director, Guionista
ª       Mujeres al borde de un ataque de nervios 1988, Director, Guionista
ª       La ley del deseo 1987, Director, Guionista
ª       Matador 1986, Director, Guionista
ª       ¿Qué he hecho YO para merecer esto! 1984, Director, Guionista
ª       Entre tinieblas 1983, Director
ª       Laberinto de pasiones 1982, Director, Guionista, Actor, Musica
ª       Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón 1980, Director, Guionista

Bibliografía

Ü  Colmenero Salgado, Silvia: Pedro Almodóvar. Todo Sobre Mi Madre.  Paidós, 2001.


*Andrea Carleos, Abril 2011